6/11/12

En los olivos de tu frente



Para derribar tu empalizada
no me valen palabras como flechas
ejemplos como obuses
razones como alfanges.

Para echar abajo los muros
de tu alta ciudadela
tendré que buscar la fórmula
que se esconde en la ecuación
de los olivos de tu frente,
el algoritmo de su alta referencia
en tu negro pelo
en las  cimitarras de tus cejas,
que custodian una oscura
gruta de ternura,
protegida por el dragón
de tu meditada indolencia.

Aquí no estaría yo de centinela
si no creyera firmemente
que te traicionan
tus manos hacendosas,
te traicionan otras cosas,
la emoción sin disimulo
cuando juegas con los niños,
la paciencia con que escuchas,
la fé ciega en tus amigos,

si no creyera
que no te es indiferente la belleza
que te duelen la incultura y la pobreza ajenas,
que todavía te hace ruido el dolor
de haber perdido tanto,

si no supiera
que encontrarás otros ojos que te midan,
otras manos que te anuden dulcemente,
otros labios alborozados de sonrisas,
otra cintura de dátiles y palmeras del desierto,
otras formas como guitarras afinadas,
otras cítaras que canten a la luna,
califa en tu ciudadela,
jerifalte de las dunas,
legiones de girasoles de coronan,
lagartos indolentes montan guardia
entre tus almenas,
cactus florecen en las rendijas
de tu mirada

Pastoreas entre muros
abulias, inquietudes o  esperanzas,
negaciones o elegancias,
el sol o  la nube,
la ola marina o la playa tendida,
la paloma o el halcón,

Toros bravos ramonean en la noche,
caracolas marinas y nereidas
peces abisales preparan sus lápices
fosforescentes y mesnadas de medusas
ahuecan los pliegues de sus faldas
trasparencias vaporosas
y se aprestan impacientes.
En el coro de marinas nereidas
una te sonríe especialmente.
Rebullen inquietos en el oasis
los camellos desvelados y los leones
esperan tu señal sonora.

En una corriente de aire
se abre la puerta y entran presurosos,
hazle sitio a Bach, Zorn y Clapton.
Toca,
toca por fin  tu guitarra
con la pua de una y griega,
que sume y no reste,
que abarque y no excluya,
trovador de soledades,
soñador de las marismas
y de las rosas,
del rocío y del jazmín
la llevas a ella
en los olivos de tu frente,
en las cimitarras sobre los ojos
jerifalte de las dunas.

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